¿Quien es Brandalism?
A los chicos de Brandalism ya los hemos tenido por aquí, de hecho en nuestro post inagural de hace ya un tiempo en el que explicábamos el concepto de contrapublicidad.
Siempre, pero cada vez más somos firmes partidarios de que las corporaciones y su representación en el ideario – las marcas – son nuestros enemigos. Siendo esta una postura personal que intentaremos explicar sin ánimo de atraer adeptos.
Erosionar o ,idealmente, destruir el valor de una marca es algo que suelen hacer las mismas corporaciones, su competencia o a veces los consumidores.
Brandalism usa el “subvertising” para reclamar, ante todo, espacios públicos que han sido arrebatados por la publicidad, donde se transmiten mensajes engañosos, nocivos que fomentan un consumismo irresponsable.
El Manual
Con una estética cuidada, que podría salir de alguno de los mejores estudios de diseño gráfico que realizan las campañas para las marcas, en más de 60 páginas se cubren los aspectos básicos para planificar una campaña de actuación sobre las OPIs que plagan nuestras ciudades.
Como proveerse de chalecos reflectantes y “modearlos” para que parezca que el comando perteneces a ClearChanel a JCDecaoux o a quien sea responsable de colocar las campañas en el mobiliario urbano y espacios públicos.
Incluye una guía de “Hardware” que explica cómo hacerse con las herramienta necesarias para abrir las marquesinas y demás contenedores. Instrucciones para adaptar tu obra a las dimensiones más habituales, consejos sobre técnicas de impresión e incluso una serie de avisos y recomendaciones legales (para UK exclusivamente)
En definitiva, es una versión actualizada de los manuales antiguos de activismo con la misma información, en esencia, pero adaptada con un estilo que recuerda a un manual corporativo de imagen o a una presentación de una consultora de campañillas.
El manual es – en si mismo – una pieza de subvertising de una calidad sublime.
El Deseo
Nos gustaría ver ese manual evolucionar hacia una versión digital que pudiese ser aplicada en redes sociales y en la red.
Es allí donde se libran hoy en día las batallas más feroces para controlar nuestros estilos de vida y de comportamiento.
Recientemente se ha constatado lo que ya se sabe Facebook conoce los efectos perversos de sus plataformas y de sus reglas de juego. Instagram fomenta un tipo de relación con tu circulo cercano real y con un círculo artificial basada en la imitación de patrones de comportamiento nocivos.
Las marcas y las corporaciones que están detrás de ellos han descubierto maneras más eficaces y baratas de llegar a influir e incluso modificar el comportamiento de las personas para lograr que el consumo se convierta en adicción.
Consumimos a una velocidad tan elevada, utilizando recursos que en muchos casos no tenemos, empobreciendo a países enteros que se han convertido en esclavos, que se estima que llegaremos a un colapso en pocas décadas.
Lo que podemos aprender
Como dice la gente de Carro de Combate «El Consumo es un acto político» y los posicionamientos y las tácticas de una y otra parte se parecen más a un equilibrio de intereses que a lo que se ha intentando hacer creer a la sociedad.
En los intercambios se genera valor y ese valor debe repartirse de forma equitativa. Además en el proceso de creación también se destruye o erosiona parcelas que pertenecen a otros o a todos, como el Planeta.